lunes, 1 de febrero de 2010

En Las alas del Ocio.

Cuando desperté me encontraba encima de la lechuza, mis manos eran sus alas, mi mente era su espacio, mis ojos los suyos, y mi corazón una galaxia.
Y ahí estábamos volando sobre la inmensidad del espacio, sobre las mentes del suelo, sobre las ardillas que bailaban rítmicamente frente a la fogata cantando una canción de alegría y meditación, sobre las montañas ya vistas, y la visión de nuevas colinas a las cuales llegar, y territorios por conquistar. Así como las páginas de un libro que cierra un capítulo más y empieza el bosquejo del nuevo contenido. Así el hijo del viento hecho ave me encaminaba por figuras locas entre las nubes de figuras amorfas y el azul del cielo.
Mis compañeros de viaje esta vez montaban diferentes pensamientos, las risas entre humos espesos y chispas de fuego llenaban el entorno, yo me desplazaba entre ellos al compas del hermano viento, que me recordaba aquel momento de paz en el que me daba la bienvenida en el desierto mágico. Mis movimientos fluidos a la música, el pequeño guerrero que no podía dejar de bailar al compás del beat, aquellos locos que contemplábamos las estrellas o llorábamos recordando viajes pasados.
Sonrisas involuntarias y corazones ardientes, momentos de reflexión que te narran historias de montaña, la fuente de los elfos, la charla con el árbol , el charal consejero, en fin…tantos momentos que se encierran en un solo pensamiento y que plasman la grandeza de un espíritu, la promesa cerrada con humo, la sonrisa galáctica , el libro a la luz del sol, y las imágenes que habrán de venir en un futuro no muy lejano.
El aroma a incienso me recuerda la paz que busco, el libro en mis manos el conocimiento que añoro, el viento en mis oídos la música que llena el alma, el aire el alimento de mis pulmones, la voz suave que te acompaña la caricia que deseo, el fuego la unión que busco … todo se une y se queda plasmado en una sola imagen que marca la piel como un tatuaje de tinta infinita.
Es ahí en donde mis plumas se desvanecen, el caracol llama la hora del regreso, nos vemos pronto me dice el que en su lomo me condujera, me quedo en la semilla que ahora cuelga en tu pecho , ten nocion del tiempo, de ti mismo, de lo que sueñas, y de lo que eres, vista en lo alto, corazón amable, espíritu blanco, y acciones sin fin.





Todo parece tan real, mas aun el calor es molesto …creo que bien vale la pena ver a tu alrededor y darte cuenta que solo estamos bajo un árbol al medio día.

In lak`Ech
Tu deber es descubrir tu mundo y después entrégate con todo tu corazón.
Siddhartha
Feliz arado espacial.

Buen Comienzo.

De nuevo empezando un camino, un ciclo que se cierra…andares y venires sin fin; círculos sin fronteras y planos amorfos, líneas cuervas y curvas rectas, espirales mágicos, humo, pipas y cuentos de fogatas.
Y estamos de regreso…un año que se fue; el año de las pruebas, de inventares saturados por ideales espaciales, el año del amor que vino y se fue a las estrellas, el año del guerrero de luz, de las meditaciones del desierto y de las aventuras del bosque.
Un año que cierra lo bello de la vida con tristezas imborrables, amigos eternos e historias de ardillas huicholes.
El recuento de los daños es alto, pérdidas monetarias, corazones rotos, almas destrozadas…más aun lo obtenido en el trueque de la vida vale la pena tomarlo por varias razones.
Un alma con luz, un corazón invencible, un guerrero estelar, un pensamiento bizarro espiritual, un nuevo comienzo, un nuevo yo.
Tal vez y no es lo mejor que he plasmado más aun si había abandonado la escritura fue por razones de ocio y de vida…¿motivaciones? Tal vez…más aún mi motivación diaria ahí está, siempre. En aquella sonrisa, aquel apretón de manos, en el despertar, en el cielo, en los aromas.
Y ahí vamos de nuevo con historias locas, inspiraciones alzadas y tazas de té caliente.
Ahí vamos de nuevo con la mirada al cielo, el corazón en las estrellas y el alma al infinito.


…“El mundo exterior es únicamente una manifestación de la mente en si misma… la mente lo capta como un mundo exterior simplemente por su costumbre de seleccionar y de razonar falsamente.
El discípulo debe hacerse el habito de observar la verdadera esencia de las cosas…"
Buda